Rutinas sin adrenalina. De chica, y de adulta, parecía estar en otro mundo cuando la familia se entusiasmaba con preparar los sándwiches para la playa y, más tarde, pasear por la peatonal.
Mundos íntimos. ¿Vacaciones? Me llevó toda una vida aprender a disfrutarlas sin mandatos ni obligaciones. Y en libertad.
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